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La casta política

Opinión pública, Bárcenas y democracia.

 

Se ha escrito que la democracia en la actualidad es o debiera ser un régimen de opinión pública. En el caso español, las tendencias totalitarias del limitadamente democrático sistema de partidos que tenemos han creado un régimen de reconducción permanente de la opinión pública mediante la conjunción de tres elementos: el sistema clientelar generado por el duopolio PP-PSOE; la constelación de asociaciones que controlan los movimientos sociales para que los efectos del malestar nunca deriven en cambios políticos reales y sea el duopolio el beneficiario final de los mismos; la aparición de una amplia malla de medios de comunicación que de un modo u otro están vinculados al discurso del duopolio PP-PSOE.

La expresión del régimen de opinión pública son las encuestas y los estudios demoscópicos. En las democracias avanzadas éstas condicionan a los partidos y a la clase política, pues dependen de esa opinión y no a la inversa. De ahí la sensibilidad que en muchos países conduce directamente al ostracismo al político que pierde credibilidad en las encuestas mucho antes que en las urnas, al asumir que el nivel de rechazo social es mayor que la capacidad de movilización de aquellos que constituyen el núcleo duro de los seguidores de un partido o de un político y que son inmunes, al caer en lo que no es más que un remedo del viejo culto a la personalidad o al partido, a las tendencias que marcan las encuestas.

Hoy por hoy, en los gabinetes demoscópicos del duopolio PP-PSOE, se asume que cuando llega el momento electoral, cuando se produce lo que los técnicos denominan el “vértigo electoral”, la opinión pública, por efecto de la acción de los elementos de reconducción, sufre un vuelco y se mantiene mayoritariamente, pese al rechazo que haya estado expresando, dentro de las dos opciones de gobierno. Es decir, que pese a cuantas encuestas se hayan realizado entre los tiempos electorales, por más rechazo que se haya manifestado, el elector mantiene la fidelidad de voto o bien muda su voto hacia el otro platillo del duopolio.

Anuncian los estudios demoscópicos, aunque es cierto que en los centros de Génova o Ferraz no se estima que ello produzca grandes transformaciones, que en España el régimen de opinión pública que expresan las encuestas está comenzando a tener un peso específico cualitativo. Lo cierto es que las tendencias que marcan las encuestas nos dicen que se va reduciendo el peso electoral del duopolio PP-PSOE, y que puede acabar independizando una masa de voto importante de lo que se llama el voto útil en función de los dos partidos que se considera que son los únicos que pueden formar gobierno. Que ello es así viene a ponerlo de manifiesto la introducción de reformas electorales (reducción de representantes, multiplicación de distritos, requisitos que vulneran el derecho de los españoles a participar como elegibles…) que buscan paliar los daños para el duopolio que ponen de manifiesto las encuestas.

El desprecio que hoy por hoy muestra la clase política detentadora del poder y aspirante al poder con respecto a la opinión pública resulta apabullante. De ahí la divergencia cada vez mayor entre esa casta y un sector importante de los españoles que según las encuestas oficiales ve a los políticos como un problema para el país.

Controlar a la opinión pública se ha convertido en una obsesión. Ejemplo clarividente de ello y de todo lo dicho es lo que está ocurriendo con el denominado “caso Bárcenas” transformado en el “caso PP-Bárcenas”. El resultado de las encuestas resulta demoledor: una mayoría amplia de españoles, superior entre el 72% y el 78% no ha creído a Mariano Rajoy tras su obligada comparecencia parlamentaria para dar explicaciones sin darlas, y lo que aún es más revelador, por encima del 40% de sus votantes tampoco le han creído. Cierto es que esto importa, de momento, muy poco en Génova porque aunque se reduzca la intención de voto, dada la situación de la oposición, por encima del treinta y tantos por ciento del cuerpo electoral mantiene una fidelidad absoluta en este caso al PP.

Ahora bien, resulta evidente que en España el régimen de opinión pública comienza a ser una realidad y que, pese al poderoso entramado mediático vinculado al duopolio, fluye la irrupción de una opinión cada vez más crítica con los partidoperiodistas o los partidotertulianos. Lo que puede crear nuevas reglas de juego y es ahí donde el caso Bárcenas a futuro puede acabar siendo una bomba de espoleta retardada que es lo que temen en Génova 13.

En el momento actual es suficiente, estima el equipo sociológico del PP, con refugiarse en lo que digan los tribunales enfrentando al delincuente con los inocentes vilipendiados por estrategia procesal; defender la tesis, antidemocrática, de que la responsabilidad jurídica es única y que no existe por tanto responsabilidad política a menos que se produzca una condena en los tribunales. En un régimen de opinión pública controlada o reconducida podría bastar, pero… a Mariano Rajoy no le han creído los españoles.

Se abre pues una nueva fase de incierto resultado porque el “caso PP-Bárcenas”, como dinamizador de la independencia de la opinión pública, tiene dos aspectos que pueden acabar pasando una importante factura electoral al PP de Mariano Rajoy que pudiera acabar viéndose apartado de la política por el bien del partido:

El primero, de orden menor porque no es objeto de ilegalidad, radica en el cobro de sobresueldos, implícita y eufemísticamente reconocido por Mariano Rajoy y que, dada la situación económica de millones de españoles, se troca en un elemento más de desprestigio y de muestra del poder de la casta.

El segundo, el más importante, por el que nadie pregunta: ¿cómo pudo el señor Bárcenas amasar una fortuna de 20, 40 o 70 millones de Euros cuando su única profesión conocida es la de ser durante años gerente del PP aunando a ello en un tiempo su acción como tesorero? Y es ahí donde la tesis de Mariano Rajoy tiene su talón de Aquiles, porque cuando afirma que se equivocó al confiar en él parece que el origen de su fortuna está en el robo al partido; tesis que por otra parte parecieron confirmar las acaloradas palabras del señor Alonso. 

La cita del jueves con la farsa parlamentaria.

Se anuncia para la primera hora del primer jueves de agosto, en plena ida y venida vacacional -al menos del segmento de españoles que influyen en la sociedad y crean opinión- una sesión más de la gran farsa parlamentaria. Hemos tenido, en estos días, bombo y platillo, tertulianos calentando y calentándose la boca, diputados y dirigentes preparando a la opinión e interrumpiendo en todo debate que se precie para apagar los argumentos -cuentan que corren instrucciones de Génova para que así se comporten-. Un ruido insoportable que no ha ido a más por el drama y la tragedia ocurrido en las vías de Santiago.

Cuando se anunció, por fin, la comparecencia del presidente en el Parlamento -¡qué manía tienen los presidentes en convertir en excepción lo que debiera de ser normal!- con tanto tiempo de preparación a nadie se ocultó que lo que se buscaba era conjurar el peligro, preparar a la opinión: ¡Bárcenas! ¿Quién es Bárcenas? -se pregunta Rajoy- ¿acaso es de los míos?; ¿Bárcenas? Un hombre sin honor -repite Cospedal-, que cambia de tercio al servicio de la oscura trama político-periodística lanzada contra el PP y Rajoy. Un delincuente y la sesión del jueves una pataleta organizada por el PSOE, que busca desesperadamente escaquearse de la losa de los EREs -¡eso sí que es corrupción y no las minucias de un golfo que nada tiene que ver con el partido!- y la izquierda para ganar lo que no consigue en las urnas. Y portadas de La Razón al servicio del partido que para eso su director fue servidor del partido.

Asistiremos atónitos a la farsa del jueves. Farsa, porque con un hábil mandoble, convirtiendo el caso particular en caso general, Rajoy sabe que tiene a sus pies la réplica del “y tú más” que jalean como nadie algunos de los contertulios de 13TV y el director de La Razón: IU, ¿qué puede decir IU cuando está salpicada por el fango andaluz?; CiU, ¿qué puede decir CiU, la de la Cataluña nacionalista del caso Palau, del 3%, de esos feos y turbios asuntos que comenzaron a la sombra de los Pujol en Banca Catalana?; PSOE, Rubalcaba ni tan siquiera podrá alzar la voz, hablará para los suyos y los holigans peperos disfrutarán con los recordatorios de la corrupción socialista. Y me suenan las sirenas del instinto que me dicen que ya han pactado no ir más allá de los estrictamente necesario haciendo valer aquello de mejor “entre bomberos no nos pisemos la manguera” que al final el gato se lo lleva otro al agua.

Farsa, porque Rajoy no va a explicar nada y no va a contestar nada. Nos dirá que la justicia en España trabaja con independencia, que él está al lado de la Ley sin interferencias, que los corruptos no tienen legitimidad para reprocharle nada, que los tribunales serán los que finalmente hablen y nos propondrá una batería de palabrería disfrazada de iniciativas para luchar contra la corrupción. Como si la corrupción fuera un ente abstracto, externo, venido de otro mundo, que nada tiene que ver ni con su partido, ni con los demás partidos ni con el modelo de casta política. Le hablarán de Bárcenas y Rajoy se limitará a decir: “¿Bárcenas, quién es Bárcenas?” Olvidándose de las comidas y reuniones del clan, de sus leales, entre los que se encontraba Bárcenas, en el chalé de Ana Mato. Se olvidará, conscientemente, de que una cosa son las responsabilidades penales y otras las morales y políticas, que si en el primer caso se puede ser inocente, con todos los pronunciamientos favorables, en el segundo se puede ser culpable. Y cerrará, henchido de patriotismo, recordándonos que es necesario mantener la imagen de un gobierno fuerte, sin sombra de duda, que no debe ser atacado, porque está en juego nuestra credibilidad y el futuro ahora que estamos en el buen camino, pudiendo así proseguir con el famoso programa de reformas.

Lo demás carece de importancia. Rajoy, el PP y sus pperiodistas saben que cualquier posible conducta delictiva fiscal dimanada de los afamados papeles de Bárcenas está prescrita, por lo que los tribunales difícilmente dirán nada; y sin condena judicial todo quedará en el archivo de los recuerdos -salvo que Pedro J. siga insistiendo como buen perro de presa al igual que hiciera con el caso de los GAL- y en unos superables daños colaterales.

La farsa del jueves se cerrará cuando Rajoy sea incapaz de contestar con un Sí o un No a tres sencillas preguntas: ¿tenía el PP contabilidad B? ¿se financió el PP recibiendo donativos no declarados? ¿se pagaban o no se pagaban sobresueldos? Dará igual que no lo haga, porque para un sector importante de la opinión pública las respuestas son afirmativas. Entre otras razones porque nadie se cree que Bárcenas tenga una capacidad de fabulación e inventiva capaces de mejorar las dotes de Tolkien y Lewis aderezadas con unas notas de Stephen King.

En el fondo, el problema es que a mí el tal Bárcenas, me recuerda a Louis Shumway, contable de segunda de Alcapone, aquel chico al que echaron el guante Eliot Ness y sus míticos intocables, y que cantó como Carusso a la primera embestida de la presión. Que conste que Rajoy no es Alcapone, pero sí que tengo la impresión de que algunos pensaban que Bárcenas era como Jack Gusik, el leal jefe de cuentas y abogados del gánster, al que todos conocían como Pulgar Sucio, que nunca hubiera cantado.

LOS TRAMPOSOS

LOS TRAMPOSOS

Oyendo a Mariano Rajoy en su comparecencia ante la prensa en La Moncloa el pasado lunes y leyendo las píldoras amargas que día a día le está dispensando el diario El Mundo a todo el mariachi vocero popular, empezando por Rajoy y siguiendo por Floriano, Alonso o Cospedal -todas las mañanas voy al kiosco con el alma en vilo cual si fueran a regalarme una novela de Agatha Christie-, me vino a la memoria el título de una original cinta de Pedro Lazaga, Los Tramposos, sobre dos golfillos que viven en Madrid a costa del timo de la “estampita” y el “toco mocho” (soberbias interpretaciones de Leblanc y Ozores frente a las malas de Rajoy y Floriano). Entre otras razones porque ante el caso Bárcenas, ya el caso PPBárcenas, el partido y el gobierno se están comportando como auténticos timadores de la verdad.

El silente Mariano, que está provocando el silencio de muchos de los votantes populares por causa del sonrojo que todo esto les está causando, no tuvo más remedio que hablar porque la visita del primer ministro portugués invalidaba el recurso al comunicado, al plasma y a los usuales PPeriodistas que ya comienzan a abandonar el barco para evitar que una posible caída de Mariano les arrastre. Por fin habló sobre el caso Bárcenas para decirnos que sobre ello ya había hablado mucho y que el Estado de Derecho no admite chantajes. ¡Pues bueno!, pensé yo. Más le valiera haber seguido calladito.

Miraba a Mariano hablando con seguridad y pronunciación, bajando la mirada para mirar el papel, y no pude por menos que recordar a los tramposos de la película. Veía la cara de Mariano Rajoy, trasunto de la de Floriano, y no podía quitarme de la cabeza el timo del “toco mocho” cuando leía -¡leía!- la respuesta a un periodista ante una pregunta sobre los SMS de Bárcenas. No es que yo piense que el eficaz Arriola o el equipo de asesores demoscópicos de Mariano -que estuvieron perezosos el domingo porque se levantan tarde para pergeñar la justificación heroica que llenó la boca de Floriano de naderias- no pensara que la pregunta se la iban a hacer y por tanto se la cocinaran convenientemente, pero…

He aquí, sin embargo, que al día siguiente nos desayunamos con la noticia de que había timo -otra vez Los Tramposos vinieron a mi memoria-, que la pregunta había sido dictada a su periodista por un director de periódico afín al gobierno y que Mariano le dio irregularmente el turno al periodista que, casualmente, le tenía que hacer la pregunta en los términos más adecuados para que él nos pudiera contar la milonga de que en España existe el Estado de Derecho (bueno en España existe un cuarto de Estado de Derecho porque las otras partes son patrimonio del gobierno) y no se admite el chantaje. ¡En todo caso Bárcenas quería chantajear a Mariano y no al Estado de Derecho y si creemos lo que se ha publicado enviados del PP también quisieron chantajear a Bárcenas!

Eso sí, al final, perdido ante otra pregunta, repitiéndose más que los pimientos, Mariano no supo contestar a algo tan sencillo como si cobró o no cobró sobresueldos. Y no es que piense que cobrar sobresueldos es una ilegalidad y por tanto que Mariano debiera dimitir como pide a coro y con cierta chufla la oposición, es sencillamente que como yo no paso de españolito de filas me asombro de la necesidad de emolumentos que precisan los dilectos escogidos para encabezar los aparatos partidarios: sueldo de diputado, senador o Ministro, dietas, sueldo de excedencia, complementos diversos y sueldo del partido. A final de mes una pasta gansa. Nada ilegal, como no es ilegal que el partido abonara según los papeles de Bárcenas los trajes de temporada de Mariano por valor de 12.620 Euros, aunque no nos precisaran si el resto de los trapitos de sus dirigentes máximos también los paga la cuenta corriente del Partido Popular. Puede que no sea ilegal -siempre y cuando lo declaren claro está- pero para muchos españoles, incluyendo muchos votantes del Partido Popular, resulta altamente inmoral.

PD.  A qué espera Montoro para iniciar las pertinentes averiguaciones.  

Guillermo Collarte, diputado y mártir por pasarlas canutas.

Guillermo Collarte, diputado y mártir por pasarlas canutas.

Supongo que soy uno de los pocos españoles que piensan que la mayor parte de los diputados y senadores son, en realidad, unos señores o señoras que saben apretar el botón del Sí, el No o abstenerse al dictado de su jefe de filas. Por más que se empeñen, algunos -supongo que muy pocos- pensamos que la mayor parte de sus señorías no pasan de ser los titulares de unas posaderas especializadas en calentar el escaño, aunque a veces necesiten salir a estirar las piernas y de ahí los espaciosos huecos con que nos obsequian, de vez en cuando, las imágenes de la Cámara.

A tenor de su actividad parlamentaria, 0 iniciativas sobre una media por parlamentario de 36 y 2 intervenciones sobre una media de 20 en lo que llevamos de legislatura -seguramente se está preparando-, uno de esos “calienta escaños” que, eso sí, acumula puestos, supongo que con extra de remuneración (vocal de la Comisión de Fomento, vocal de la Comisión de Seguridad vial, portavoz adjunto de la Comisión de Agricultura), digno discípulo de Catilina al explicar en una de sus dos intervenciones que “la desventaja que tiene intervenir el último es que los argumentos que tenía ya los han utilizado”, por lo que para qué trabajar, ha tenido la ocurrencia o la desfachatez de explicar a los españolitos que las pasa canutas para llegar a final de mes con los 5.100 euros que cobra. Chollos a un lado que al ínclito diputado se le han olvidado.

El autor de tan soberana estupidez, clara muestra de cuál es su sensibilidad social, es uno de los recién llegados a la Cámara, Guillermo Collarte Rodríguez; por más señas diputado por Orense, ahora Ourense, por el Partido Popular. Este Funcionario del Cuerpo Superior Facultativo de la Xunta en excedencia, que según se indica en sus papeles sigue cobrando los trienios, que vive casi de toda la vida en Madrid, ingeniero de caminos y padre de tres hijos, titular de dos pisos y tres coches, con hipoteca como todo el mundo, directivo que debía ganar un pastón por lo que los 5.100 euros de salario como diputado se le quedan cortos, hizo una entrada en política de la mano de Nuñez Feijóo para amerizar como candidato a las pasadas municipales por la citada ciudad gallega. Y todo ello lo hizo, tal y como se encargó de explicar, por “morriña”, para “ser concejal de mi pueblo, y eso no se mide en dinero”. ¡Qué bonito!

En realidad, en los mentideros, Collarte marchaba a Galicia para ser uno de los nuevos hombres de Feijóo y como estaba tan ansioso de ser concejal -donde sólo cobraba por asistir a plenos-, además, acabó de Gerente de Xestur Our S.A, empresa de la que la Xunta es accionista. ¡Qué cosas! Y ya puesto a sacrificarse, una vez hecha la heroicidad siempre adelante, aceptó ser diputado. Diputado de provincias que, naturalmente, pese a tener dos casas en Madrid, donde ha vivido los últimos dieciséis años, cobra religiosamente el suplemento por residir fuera de la capital. Lo que es lógico porque el pobre diputado con sus 5.100 euros de salario, como nos ha explicado, las está pasando canutas. ¡Qué cosas!

Estoy seguro que a Collarte, mentalmente, dado lo que deberían ser sus emolumentos privados, este salario, chollos a un lado, le debe parecer insuficiente. Pero, ya sabía a lo que se exponía cuando decidió ser diputado. ¿O es que creía que al final, chollito por aquí, chollito por allá, cobraría más? Aunque no es menos cierto que su nombre sonaba a cargo hace unos meses -una dirección o una subdirección general- y se ha debido quedar a las puertas por lo que ha continuado con el sacrificio de ser diputado de su provincia. Lo que según la teoría política del señor Collarte tampoco debe tener precio.

Yo que soy así me puedo creer que el ínclito y deslenguado Guillermo Collarte -a más de un pepero le ha salido un sarpullido al leer sus declaraciones-, cuyo pensamiento social no debe bajar del equivalente a los hoteles de muchas estrellas, las pasa canutas; que su declaración de bienes es cierta y no tiene más ingresos. Pero, como sucede en muchos de estos casos, Guillermo está casado en régimen de separación de bienes, por lo que en realidad difícilmente sabemos cuál es su situación económica y si, de verdad, las pasa canutas para llegar a final de mes.

Guillermo Collarte, en la estela de la señora Fabra, no hace más que trasparentar cuál es el pensamiento social de algunos diputados. A mí me recuerdan a aquel personaje pijo de Pedro Ruíz que siempre mentaba lo mal que huele la people. Con 5.100 euros al mes, que en realidad son más (el bruto mínimo es de 5.335,8), las pasan canutas. En este sentido, que el salario mínimo en España esté donde está, que se plantee ya la implantación de los “minijobs”, que se reduzca la nómina a millones de personas que rondan los mil euros… etc, es lo normal, porque el resto de los españoles también tienen que pasarlas canutas. No sólo se va a sacrificar por España el laborioso diputado del Partido Popular Guillermo Collarte. ¡Faltaría más!

Espero que de forma inmediata Guillermo deje de sacrificarse, presente la renuncia a su acta y vuelva a su vida profesional. Probablemente España se lo agradecerá porque lo que no necesitamos son más Collartes en la lista de los mártires y sufridores por el Partido.

Mamandurrias en Facebook.

Mamandurrias en  Facebook.

¡Qué maravillosa es esa cosa llamada red! Tengo un número amplio de amigos en ese artilugio que llaman Facebook. Es imposible leer lo que cada uno acaba colgando en el muro, pero una vista rápida permite ver el grado de irritabilidad que padecemos los españoles. Aparecen noticias sobre los reyes de la tijera, los amos del recorte que en cualquier país, ajeno a la tradicional picaresca española, equivaldría a la inmediata dimisión del responsable de ser cierta la denuncia.

Hoy, día de Santiago, patrón de España, me he decidido a realizar un recopilatorio de esos que acabarían indignando al más sereno y poniendo contra las cuerdas a más de un irredento defensor de nuestro actual gobierno. Es el rastro de las mamandurrias que, viendo la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, afirma para la galería una destacada dirigente popular -la Esperanza del PP, el recambio de Mariano- que es necesario quitar. Resumo a la vez que transcribo y comento:

-El Ministro de los recortes (por Cristóbal Montoro) tiene tres pisos en Madrid pero cobra 1800 euros por alojamiento. ¡Increíble, no es posible! Un dirigente del PP haciendo estas cosas, seguro que es una desprestigiadora maniobra socialista que diría Andrea Fabra. ¿Y si fuera verdad?

- E-mail que están mandando a los diputados: “¿Le importaría explicar por qué usted y 61 diputados más cobran un plus por alojamiento y manutención teniendo casa en Madrid?”. ¡Qué falta de consideración! Otra maniobra de no se sabe quién para desprestigiar a la clase política, porque entre ellos se dice que hay del PSOE y del PP. Consenso en la materia, que se diría.

-El alcalde de Valdemoro, del PP, sube casi el 50% el sueldo a su personal de confianza. ¡No, imposible! Pero sí estamos en plena política de recortes en las administraciones locales. Estos socialistas es que no paran de inventar.

-El Ministro Fernández Díaz (el de Interior) cobra 1.800 euros al mes para gastos de alojamiento, pese a vivir en la sede de interior. Indudablemente, otra maniobra socialista que diría Andrea Fabra para criminalizar al PP, para hundir a un sacrificado diputado.

-Telefónica suspende temporalmente el reparto de dividendos. Normal, ¿de dónde van a salir los 4.5 millones de euros que se tendrán que pagar a Iñaki cuando le echen?

- Un síntoma: “¿Por qué está tan contenta la izquierda con la situación actual de España? Fácil, entre Zapatero y Rajoy le han devuelto a los españoles lo que Franco les había quitado… ¡¡¡El hambre!!!”. Mecachis con los franquistas irredentos.

-El gobierno de Melilla, naturalmente del PP, subvencionará la mitad de las consumiciones en tapas y bebidas para promocionar el turismo, por un total de 80.000 Euros. ¿De qué se quejan los que lo critican? Es para dar de comer.

-Esperanza Aguirre, la de las mamandurrias, deja sin vacuna contra  la meningitis a 76.000 niños. Bueno, pero ha pedido ayuda primero a los ciudadanos que tienen que sacrificarse para no tener corralito.

Y así podríamos seguir y seguir. Pero, ¿con esta pandilla cómo quieren que confíen en nosotros?

La diputada Fabra y la guinda a una sesión bochornosa.

La diputada Fabra y la guinda a una sesión bochornosa.

Lo bueno de las retrasmisiones parlamentarias completas por el canal 24h de TVE es que nadie las ve; lo malo es que algunos sí se entretienen en seguirlas. Lo bueno que tienen es que ahí quedan las imágenes y los sonidos; lo malo, que la gente puede verlas y por tanto aceptar o no aceptar lo que los asesores y tertulianos quieren que quede de los mismos.

Las cámaras han traicionado a la diputada Andrea Fabra que, como todo el mundo sabe, extasiada ante el discurso de don Mariano aplaude como posesa y grita un sonoro “¡Que se jodan!”, para disgusto de Jiménez Losantos que en la mañana del Viernes 13 intentaba sembrar la duda sobre si en realidad la “guapa” -según Losantos- Andrea Fabra había pronunciado tales palabras en la bochornosa sesión sobre los recortes disfrazados de paquete de medidas económicas -según el eufemismo popular-. Afortunadamente, porque las imágenes están ahí, la diputada que a estas horas debía de ser exdiputada no ha negado que gritara tan digno exabrupto, pero se ha limitado a explicar que se dirigía a la bancada socialista por el barullo que estaban formando. Lo que para contentar a los hooligans peperos y a Jiménez Losantos probablemente sea más que suficiente pero no para los indignados que han visto las imágenes y que piden su dimisión.

Vayamos por partes. La expresión de la señora Fabra no es más que la guinda anecdótica de una sesión bochornosa. Lo que los españoles han acabado viendo es como  unos recortes que ponen contra las cuerdas a millones de españoles fueron recibidos con estruendosos aplausos por parte de los diputados populares. Incurriendo en la siempre peligrosa generalización, porque es posible que alguno guardara respetuoso silencio, cabe afirmar que lo único de lo que hicieron gala fue de su falta de sensibilidad. Lo que debería haber sido una sesión de caras largas y gestos cariacontecidos se transformó en el circo habitual, donde más de uno saldría diciendo aquello de “que paliza les hemos dado a los sociatas”. Naturalmente la ciudadanía es tonta y no ha alcanzado a comprender los intentos de González Pons a la hora de explicar que los estruendosos aplausos al líder eran producto del reconocimiento de la valentía de Rajoy al acometer los recortes.

Lo malo que tiene la red y esos dichosos internautas es que en la aldea global hemos visto como los recortes eran recibidos en el parlamento italiano entre lágrimas y en el parlamento español con aplausos que se aproximaban peligrosamente al “¡Que se jodan!” de la señora Fabra.

Pocos van a aceptar las explicaciones, por llamarlas de alguna manera, de la señora Fabra -¡qué bien le hubiera quedado una disculpa!- tras ver el vídeo, pese al empeño que algunos están mostrando a la hora de eliminar los link en yotube y de presentarlo todo como una campaña de manipulación socialista. Retratemos el momento en la sesión: Dice Mariano, y de paso, indirectamente, como le indicó Rosa Díez, parece querer decir que los parados están tanto tiempo parados porque quieren: “se va a proceder a la revisión del modelo de prestaciones de desempleo garantizando que estas no generen efectos desencentivadores en la búsqueda de empleo siguiendo el ejemplo de algunos países de la Unión Europea”. Y, lógicamente, tal y como lo dice se oye el murmullo desaprobatorio y el creciente aplauso popular que Mariano, hábil parlamentario, deja que suene para demostrar plebiscitariamente el apoyo a lo que acaba de anunciar. Y ahí, entre los aplausos, resuena el “¡Que se jodan!”.

Otorguemos a la señora Fabra el beneficio de la duda, porque en la frase falta el sujeto. En buena lógica serán los afectados por la medida, es decir, esos parados que están desencentivados a la hora de buscar trabajo porque cobran el paro y que ahora no podrán seguir haciéndolo. Pero no, según la señora Fabra el sujeto son los diputados socialistas que arman ruido. ¡Sorprendente! La explicación es aún peor, porque yo me pregunto: ¿por qué se van a joder los diputados socialistas porque Rajoy anuncie eufemísticamente que se van a reducir las prestaciones? Debo entender que, según el razonamiento de la representante popular, los diputados socialistas se mostrarán  afectados porque están en contra de esa reducción y por lo tanto a la señora Fabra le parece de perlas y de ahí su alegría por la lección que Mariano les está dando. Lo que traducido viene a ser: bajemos la prestación de desempleo porque así se joden los socialistas.

 

 PD. Leo en la red y presupongo que no será cierto que esta profesional de la política que, en virtud de sus méritos y no de la influencia familiar -su padre era el dueño y señor del cortijo pepero en el Levante  norte y hoy anda multimputado-, inició su carrera nacional como asesora de Aznar sin acabar la carrera, siguió como senadora por designación y lleva ni se sabe cuánto tiempo como diputada, cobra el plus por ser diputada de provincias y vive en un pueblo de Madrid. Seguramente será mentira pero me gustaría que lo aclararan.

También leo que, como todos los españoles, tiene una hipoteca de 1.800.000 euros con Bankia. ¡Qué exagerados!

Los cargos públicos y el paraíso de los imbéciles

Los cargos públicos y el paraíso de los imbéciles

Para acceder a un cargo público, magníficamente remunerado, no se necesita oposición alguna, basta con saber hacer genuflexiones y derramar baba arrimándose, eso sí, al sol que más calienta dentro de esa fábrica de colocaciones para familiares, amigos, amiguetes y demás que son los partidos políticos. Si uno, además, es listillo y trepa la riqueza y la bonanza está servida; pudiendo, como plus, como bonificación, escupir sonrisas, cuando no carcajadas, al rostro de unos administrados que, como diría un niño-pijo, son parte de esa chusma que “huele mal” y no sabe vestir.

Estar en un cargo público no es sinónimo-rara vez lo es- de preparación, hasta el escurridizo Montoro lo ha tenido que reconocer (probablemente le traicionó el subconsciente). Es más bien el resultado de una lealtad perruna, aunque poco tenga que ver en realidad con la lealtad que estos animales muestran a sus dueños, al propietario y señor del partido o a las estructuras de poder del mismo; quienes imperan en las colocaciones digitales (a dedo quiero decir). Así, en muchos casos, los cargos públicos han devenido en el paraíso de los imbéciles.

El último en irrumpir en tan alto Olimpo ha sido el Secretario de Estado de Administraciones Públicas, Antonio Beteta, al que conscientemente apeo del don. Dispuesto a sostener, con la táctica de manual impuesta a todos los miembros del gobierno y del partido que lo sustenta, el argumentario pro ajustes-reformas-recortes ha cantado las bondades del ahorro que supondrá la expansión de la jornada de los funcionarios en 2.5 horas. Hasta ahí bien, pero, orgulloso, no ha querido dejar pasar la oportunidad de llamar, sin reserva alguna, vagos, improductivos e irresponsables a todos los funcionarios que hipotéticamente están bajo su sapiencia organizativo-directiva. Y se ha quedado más ancho que largo este profesional de la política que ha vivido cara al sol. Me refiero, naturalmente, al sol que más calienta. Este sujeto que vivió al sol de Esperanza Aguirre, ariscada señora que aún maniobra en la sombra para desplazar a Mariano Rajoy, y a la que procuró dejar para colocarse bajo los rayos luminosos y resplandecientes de un señor de Galicia que hoy ocupa la presidencia del gobierno. Está claro que Roma no paga traidores, pero desde el Imperio ha llovido mucho.

Este político, miembro de la casta privilegiada que lleva compartiendo el pastel con sus congéneres, ha ascendido al paraíso de los imbéciles y quiere seguir haciendo méritos. Se ve como un empresario británico de los comienzos de la revolución industrial. De esos que regulaban hasta el tiempo para hacer “pipí”, prohibía a los desgraciados obreros -esos que huelen y visten mal- que hablaran entre ellos para no perder el ritmo de producción (algo de eso también ha sugerido Cospedal cuando nos dice que tenemos que trabajar más, de ahí que de ejemplo con el pluriempleo), o que les ponía multas si silbaban. Y lo ha dejado claro. Ha sacado la fiereza de las charlas de café en lugares caros con individuos de su misma especie para amenazar a los pobrecitos funcionarios: “nada será como antes” (¡qué miedo han debido sufrir esta mañana varios millones de trabajadores!), ya pueden “olvidarse del cafelito y de leer el periódico”.  No cabe mayor villanía, ni mayor insulto. Y si estuviéramos en el siglo XVIII o XIX bien estuviera que se le cruzara la cara con un guante y se le retara a duelo singular a espada o pistola para lavar la mancha del honor.

Pero ojo, el tal Beteta, no ha hecho más que suscribir lo que con los hechos han demostrado, según parece, todos los Grupos Parlamentarios: que los funcionarios son unos inútiles. Por eso los Grupos Parlamentarios, en tiempos de recortes para todos (¿para la casta también?), se han autoautorizado para contratar asesores en vez de utilizar funcionarios. Entre otras razones porque los funcionarios, esos que toman el cafelito y leen el periódico (Sus Señorías lo leen en el I-Pad que les pagamos todos), cobran una tercera parte de lo que pagan a un asesor contratado digitalmente entre amigos, familiares y políticos de alta alcurnia sin tener donde caerse muertos tras perder la poltrona.

Podríamos pensar que estamos ante la boutade de un imbécil y conformarnos. Pero no, forma parte de una estrategia. No sé si Arriola, ese chico que según me dicen andaba por alguna oficina gubernativa en sus tiempos de ariscado opositor estudiantil, habrá sido el genio de la estrategia de la comunicación u otros de su estilo, pero lo que dicen, desde Rajoy hasta el último mindundi al que enchufan una alcachofa, responde a una estrategia de comunicación. El gobierno necesita que todos tengamos enemigos de clase (¡menudo tópico neomarxista me ha salido!) para que no asociemos la responsabilidad o la irresponsabilidad de lo que está pasando y de las decisiones que se toman al propio gobierno. ¿Y qué mejor modo de enfrentar a unos contra otros? Ahí está el meollo que diría un paisano, o la razón última que ampara declaraciones como las del tal Beteta (¡qué fáciles alegorías o metáforas me brinda su apellido mas a ellas renuncio!). Y si me equivoco reto al gobierno, a los populares y a sus fans (¡todo lo que hagan los míos bien hecho está!) a que de forman inmediata pongan a este sujeto de patitas en la calle, porque no es posible conformarse con un socorrido donde dije…

El mecanismo de la estrategia, resumido para terminar en breves líneas es sencillo: los funcionarios, ya se sabe, son unos vagos, por lo tanto es legítimo pisotearlos un poco. Y el resto de los ciudadanos piensa, es lo que se merecen. Tenemos que salvar la Sanidad por eso ajustamos el gasto a lo que es necesario y lo demás lo pagan los que lo necesiten. Y los ciudadanos ya piensan: mejor pagar un euro que pagarlo todo pero ignoran hasta qué punto les afectará la retirada de servicios. Tenemos que abaratar el despido porque así crearemos empleo. Y el ciudadano piensa: bueno, mal pagado y sin derechos, pero al menos trabajaré; aunque el paro sigue creciendo. Tenemos que… La resultante es que todos, acaloradamente, discuten entre todos: tú eres un vago y te lo mereces; tú un defraudador porque nadie controla lo que ganas porque eres autónomo; tú…

Hasta que al final vinieron a por mí, que diría Beltor Brecht.

 

PD: Mirando esta fotografía tomada de 20Minutos me preguntó: según el tal Beteta ¿Si don Mariano es un funcionario, que lo es, y toma un cafelito es también un vago, improductivo e irreponsable?

Recortes para todos menos para algunos. Esta es la cuestión

Recortes para todos menos para algunos. Esta es la cuestión

He leído críticamente, pero con la calculadora en la mano, un interesante trabajo publicado en el diario El Mundo, el domingo cuatro de marzo, en el que Martín Mucha apunta cómo recortar la mareante cifra de 140.904.733.210 Euros sin que se tenga que recortar en Educación y Sanidad o subir los impuestos. Dejando a un lado el sensacionalismo y la pequeña carga de demagogia interesada que puedan contener unos datos que sirven de reclamo para un libro de inminente aparición, asumiendo que ya el gobierno ha realizado recortes en algunas de esas partidas -pobres, timoratos y a regañadientes ciertamente- en un 20% y que debemos suponer, aun cuando dadas las cifras de déficit no parece que así haya acontecido, que las administraciones autonómicas y locales han procedido de modo similar, añadiendo que no todas las propuestas son válidas, lo cierto es que si sólo se pudieran ahorrar 40/70.000 millones de euros estaríamos muy por encima de las necesidades objetivas que de ahorro tiene el gobierno.

¿Por qué si es posible dicho ahorro sin gravar la economía de los españoles, sin contribuir a proletarizar las clases medias, sin disminuir la calidad en los servicios educativos y sanitarios por razón de ahorro, no se hace? La respuesta que no se atreve a plantear en toda su extensión el articulista, aunque lata en el fondo de reportajes como el que nos ocupa, es sencilla: Mariano Rajoy, como cualquier político, no está dispuesto a desmantelar el régimen clientelar que padecemos, entre otras razones porque él y su partido también son beneficiarios políticos de ese régimen. Un sistema que permite controlar a la sociedad y mantenerla dentro de los parámetros de las propuestas del bipartidismo imperfecto que sufrimos y que es responsable, por acción, por interés o por omisión de la permanencia de esos más de 10.000 millones de euros que todos los años se escapan por las procelosas aguas de la corrupción.

Queriendo ser Churchill, aun cuando en realidad más se parezca a una caricatura, Mariano Rajoy y su equipo insisten, una y otra vez, en la necesidad de los recortes, directos o indirectos, salariales o impositivos, así como en la virtud del sacrificio, con una envolvente retórica pseudopatriótica en la que se alaba la capacidad, demostrada a lo largo de su reciente historia, de los españoles para salir adelante. A vuelta de correo los españoles, que van a sufrir directamente el sacrificio, responden donde pueden que por qué no se recortan los primeros ellos para dar ejemplo. Les salva, para que la protesta no se convierta en torrente, para que la sociedad harta de la explotación no les vuelva la espalda, la inexistencia de una denuncia pública y constante de los caprichos de la casta política en los medios que les obligara a la dimisión o a la regeneración. Pero esa denuncia, salvo en lo anecdótico, no existe entre otras razones porque el régimen clientelar acaba, al final, blindando a la casta política. Todavía resuena en mis oídos el aplauso al “uninoso” -que diría un personaje de Jardiel Poncela- de socialistas y populares a Mariano Rajoy en el debate de investidura cuando ante el tema de la corrupción defendió la honestidad de los políticos.

Cómo no nos vamos a molestar los ciudadanos; cómo no vamos a saltar de cólera en nuestro sillón cuando escuchamos las soflamas de los responsables económicos, de los sindicatos o de la CEOE; cómo no vamos a arder en estallidos de indignación cuando este gobierno de los recortes se ha gastado un millón de euros en iPads para los diputados (un juguete que difícilmente sirve para desarrollar el nivel de trabajo que se supone a un diputado); cómo no nos vamos a enfadar cuando los partidos políticos y sus fundaciones se reparten, a pesar de los recortes, más de cien millones de euros; cómo no se va a enfadar el español que tiene que ir con su coche o en transporte público a su centro de trabajo cuando se estima que España gasta al año en coches oficiales casi dos mil millones de euros; cómo no vamos a reírnos de nuestra imbecilidad cuando nos llega la factura del teléfono y nos enteramos que se estima que los políticos gastan a costa del erario público treinta millones de euros en facturas de móvil; cómo no vamos a pensar que nos toman por estúpidos o por borregos -no sé qué será peor- cuando se habla de lo que cuestan las más de diez mil tarjetas de crédito con cargo a nuestros impuestos tienen a su disposición: la friolera de 24 millones de euros…

Las cifras del reportaje aludido son de por sí indignantes aunque no desconocidas: 630 millones se gasta Cataluña en sus Consejos comarcales y después cierran hospitales por las tardes; cincuenta y cinco millones nos cuesta un Senado que nadie sabe a ciencia cierta para qué sirve; 24 millones se siguen gastando en asesores y cargos de confianza, puestos con los que se recompensa y colca al staff del partido de turno; 180 millones se gastan las Comunidades en las subvenciones a las líneas aéreas para que vuelen desde sus aeropuertos (¿cuánto le va a costar la broma del nuevo aeropuerto a la endeudadísima Comunidad Autónoma de Murcia?). Y así, suma y sigue…

Si la situación es difícil y comprometida, como lo es, estoy seguro de que los españoles aceptaríamos el sacrificio, pero el de todos  y no el de los de siempre. Lo que no es de recibo es que, porque es necesario mantener el régimen clientelar, el reparto del botín, unos nos sacrifiquemos y otros continúen, como siempre, anclados en el oropel. Puede el gobierno y la oposición socialista, que también es gobierno en algunos puntos, continuar aplicando la demagogia y la sordina del gran hermano mediático, puede que el inventillo les continúe funcionando durante un tiempo. Pero también es posible que un día un puñado de españoles digan basta y se rebelen, sin que entonces el aparato de control de la izquierda consiga reconducirlos para poder seguir manteniendo el juego bipartidista de PP a PSOE y tiro porque me toca.