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II Guerra Mundial

Arnhem, recreando la historia.

Arnhem, recreando la historia.

Hace décadas que las recreaciones históricas de batallas son usuales, especialmente aquellas relacionadas con las guerras napoleónicas y con la II Guerra Mundial en Europa; aunque también tengan adeptos las medievales o las referidas a la guerra civil en los EEUU. La base de estas recreaciones es el trabajo de quienes son auténticos estudiosos de las armas y los uniformes de cada época, coleccionistas y a la vez preservadores de la historia capaces de hacerla visible para los demás. Miles de personas dedican su tiempo y su dinero a esta labor que, en muchas ocasiones, roza los límites de la arqueología. Un trabajo digno de encomio y de apoyo. Asistir a una de estas recreaciones es una lección de historia viva que suele encantar a los niños y hace disfrutar a los mayores.

Poco a poco esta afición, que es mucho más que eso, y que sirve para aproximar a las nuevas generaciones a la importancia de los hechos de armas, se ha extendido por España con reconstrucciones tan notables como la de la batalla de Almansa o la de Bailén. Este fin de semana, en Murcia, he tenido la suerte de asistir a una de esas recreaciones: la del intento de la toma del puente de Arnhem, dentro de la operación Market-Garden, en septiembre de 1944. Con absoluta fidelidad, utilizando todo tipo de vehículos ligeros de la época, en poco más de una hora, hemos podido ver a las tropas británicas acercándose al puente, tomar uno de sus lados tras el increíble, pero verídico, avance pausado de un oficial británico que utilizaba un paraguas como bastón de mando; a los alemanes avanzar para rechazarlos y al combate final librado en las cercanías del puente.

Sesenta minutos para lo que fueron nueve días de combate en la que fue la gran derrota angloamericana tras el desembarco de Normandía. Hace muchos años, en un viaje, coincidí en un hotel holandés con los supervivientes de aquella batalla que en el aniversario de la misma acudían a recordar a sus caídos y a depositar flores en el cementerio existente en la zona. Hombres orgullsos de su gesta. Los recreadores de la batalla parece que quisieran cumplir con una de las frases que se pueden leer en aquel cementerio: “cuando regreses a casa háblales de nosotros”. Porque con estas recreaciones, en definitiva, lo que se acaba haciendo es rendir homenaje a quienes dieron su vida por su país en lejanas contiendas, siendo a la vez una exaltación de los valores militares.

Resulta curioso que, en muchas ocasiones, una derrota acabe siendo más importante en el imaginario bélico que un triunfo. Así acontece con lo sucedido en Arnhem. Sobre aquel puente se lanzaron los paracaidistas de la 1ª División Aerotransportada británica, con la que formaba la brigada polaca del  general  Sosabowsky, al mando del general Roy Urquahart. Consiguieron tomar el extremo norte del puente. Su misión era aguantar dos días hasta que los 20.000 vehículos del XXX Ejército del británico general Horrocks llegaran. Tras nueve días de resistencia, cercados por los alemanes, tuvieron que rendirse. De 10.000 paracaidistas británicos sólo 2.400 lograrían huir, entre ellos su general. Lo que no es óbice para que su resistencia se siga considerando uno de los episodios heroicos de la II Guerra Mundial y quede anotado entre las acciones que dieron fama a los “diablos rojos”. 

La operación Market-Garden fue un fracaso, por errores evidentes en su planificación, del general Montgomery, pero también del propio Eisenhower que la autorizó. El sobrevalorado general británico planificó la toma de los puentes que le permitirían franquear la frontera holandesa con Alemania y, teóricamente, acabar la guerra antes de Navidad. Militarmente el inicio de la operación, con el lanzamiento de 35.000 paracaidistas (la 101ª y 82ª Divisiones americanas y la 1ª División británica), constituye un hito en la historia bélica. Para muchos, entonces y después, fue una operación suicida y de hecho las bajas en poco más de una semana de combates se elevaron a 17.000 hombres, muchos más que durante el desembarco de Normandía. Todos subestimaron, como suele ser usual en los conflictos bélicos, la capacidad de combate y resistencia de las tropas alemanas, especialmente de las unidades de las waffen-SS. 

Los paracaidistas británicos y polacos quedaron aislados mientras los angloamericanos quedaron detenidos ante el puente de Nimega. Conscientes de que los hombres de Arnhem estaban perdidos si no se tomaba el puente, pese a que el mando británico consideraba imposible avanzar, el general americano Jimmy Gavin decidió, tras obtener la promesa del general británico Harrocks de que si tomaban el puente avanzaría en masa hasta Arnhem, lanzar temerariamente a sus hombres, en débiles lanchas, a través del río Wall para tomar el puente por los dos extremos. Lo hicieron bajo el fuego enemigo siendo duramente castigados. Si los americanos no hubieran cometido esta locura la derrota hubiera sido aún mayor, ya que el puente de Nimega hubiera seguido en manos alemanas o hubiera sido volado. Lo que nunca comprendió el general Gavin es que después del sacrificio de sus hombres, ante la resistencia alemana, el general Harrocks, bien por decisión propia o por órdenes superiores, decidiera no seguir adelante y dejar a su suerte a sus compatriotas en Arnhem.

67 años después, en una soleada mañana, con explosiones y balas de fogueo, con uniformes y armas, muchas de ellas, reales, con vehículos ligeros y motos con sidecar, con heridos atendidos sobre el cemento, con  soldados que avanzan o se repliegan como si estuvieran en un combate real, la recreación nos ha transportado en el tiempo y acercado, aun cuando tuviera el eco de la guerra romántica con muertes heroicas, a aquellos hechos. Es otra forma de ver y aprender historia.