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CARTA ABIERTA A PABLO IGLESIAS

CARTA ABIERTA A PABLO IGLESIAS Estimado profesor:

Supongo que le sorprenderá, por la distancia ideológica, que comience estos párrafos con tan atrevida formulación porque, evidentemente, usted no ha sido profesor mío, pero lo hago desde el apriorismo cierto de que ambos ejercemos la docencia y hasta escribimos libros.

Le he escuchado en decenas de ocasiones defender la libertad, y en especial la libertad de expresión, y hasta quejarse del poder de los medios para coartar esa libertad, aprovechando su posición de poder, para silenciar o distorsionar; supongo, además, que usted comparte, y hasta ha sido beneficiario de ella, la necesidad de la libertad de cátedra; que cree en el debate académico y hasta en el diálogo con quién no está de acuerdo con lo que usted, su partido o sus seguidores sostienen y que, por ello, es enemigo de la censura en cualquiera de sus formas, incluyendo la censura previa.

No creo que comparta, al menos no es lo que trasluce, la tesis del "enemigo del pueblo" reutilizada por Lenin -de sobra sabe que ha ido dando tumbos por la historia siendo utilizada por unos y por otros-, y que, por tanto, el disidente carece de derechos y debe de ser perseguido, censurado, acallado o proscrito. Porque de lo contrario da igual cuanto le comente, siendo innecesario que siga perdiendo el tiempo leyendo estas letras.

Atropellar la libertad no sé si es compatible con PODEMOS, UNIDOS PODEMOS o la constelación de marcas moradas con las que ha llegado a las instituciones; aplastar los derechos de las personas no parece compatible con las palabras bonitas con las que acompaña el chascarrillo inteligente de sus discursos mientras nos cuenta aquello de ganar el cielo al asalto. ¿Pero?

Denosta usted a la casta, por corrupta, por hacer lo contrario de lo que dice, por ser una oligarquía amparada y escudada en el pensamiento único. Pero parece que su ambición es la de sustituir el pensamiento único por otro pensamiento único. O en el lenguaje que a veces los suyos emplean: sustituir una tiranía por otra tiranía. Y ello es lo que trasluce alguno de los comportamientos de los suyos cuando están en el poder.

Le escribo estas líneas solo a título informativo, ni tan siquiera tienen el valor de la denuncia -el poder cuando es poder apaga la denuncia-. Una de sus marcas moradas, la asturiana SOMOS, ha hecho con quien esto suscribe lo contrario de lo que predica. ¿O quizás no?

Este sábado iba a presentar, como profesor e historiador, un libro, que es la resultante de una investigación cuya raíz es un trabajo universitario, en Oviedo. Su título "Soldados de Hierro. Los voluntarios de la División Azul", que gracias a Dios y mis lectores anda por la segunda edición y que, naturalmente, retrata a unos combatientes que para mí fueron eso, soldados de hierro. Españoles del ayer que combatieron noblemente como hoy reconocen quienes ayer fueron sus enemigos. No creo que por el título, el tema y su previsible contenido usted crea que, si no debe acabar en la hoguera, sí, al menos, debe de ser encarcelado con pena de cadena perpetua. ¿O quizás sí?

El lugar, el Auditorio Príncipe Felipe de la ciudad. A dúo o a coro el concejal de cultura y la vicealcaldesa, ambos de su marca morada, han procedido, con una excusa uno y sin excusa otra, sin que vayan más allá del prejuicio ideológico, a retirar la "concesión" de una sala que pagan todos los ciudadanos de Oviedo con sus impuestos, hasta aquellos que no les han votado y que han tenido la amabilidad de invitarme. Causa sonrojo leer lo escrito por el concejal, y lástima la chulería de la vicealcaldesa en un tuit afirmando que un acto así -la presentación de un libro- no tiene cabida en el Auditorio y tendrá que cancelarse -me dicen que ha borrado el mensaje como si con eso dejara de existir la prueba-. Eso se llama, simplemente, censura. Pero también es discriminación ideológica -¡quién lo diría, usted amparando la discriminación!-.

A buen seguro que, de estar en un debate público, televisivo, de esos a los que usted acude con frecuencia, o cualquiera de sus adláteres, la panoplia de razones y justificaciones, de respuestas a la contra, de contestaciones con preguntas, a favor de la decisión de intentar censurar y criminalizar la presentación de un libro, que evidentemente no gusta a sus representantes en Oviedo, le darían para hacer saltar furibundos a algunos de sus seguidores, dispuestos, llegado el caso, a tener algo más que palabras -¡qué le voy a contar que usted no sepa sobre la fuerza movilizadora del irracionalismo!-. Pero, al final, cuando vuelva a su casa y se mire ante el espejo solo verá el rostro de un censor al que le da miedo un libro de novecientas páginas.

No se alarme, en el fondo está es una de esas cacicadas/concejaladas/alcaldadas que nadie le sacará a relucir, ni será objeto de denuncia en medios y platós, a la hora de alertar sobre lo malo que es PODEMOS, quizás porque teman su rápido mensaje de que están defendiendo a unos fascistas. Y nada hay que ponga a nadie más nervioso por estos lares que tal sugerencia.

No es que me preocupe, afortunadamente todavía no está en el Ministerio del Interior ni es Presidente o Vicepresidente del Gobierno, y, aunque no sé si aún quedan jueces en Prusia, en la humildad de las posibilidades que tiene un individuo presentaré mi libro en Oviedo aunque sea a dos personas en una cafetería; al menos queda para la historia la constatación de los hechos. También puede, a la larga, quedar la lección: ya sabe que la hormiga es muy pequeña frente a un elefante, pero en realidad, por ello, es mucho más fuerte.

También es posible que no estemos más que ante una confusión y que naturalmente usted sea el Pablo Iglesias que dice ser y no el que muchos anuncian y entonces, como un caballero, tendré que rectificar, aunque me temo que esto no será necesario.

Atentamente
Francisco Torres García.
Profesor e historiador.
Víctima de la censura de las marcas moradas de PODEMOS.

(Publicado en Diario Ya)

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