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Ya lo gritan en el PP: ¡MARIANO ES CULPABLE!

Ya lo gritan en el PP: ¡MARIANO ES CULPABLE!

La oscura trastienda de los prolegómenos del golpe en el PP

Revueltas bajan las aguas en el Partido Popular. La pérdida de tantos sillones, dádivas, cambalaches y demás bicocas que acompañan a los triunfos electorales han exasperado a los denominados barones del partido -esos que llevan y tantos en la poltrona y designan sucesor con menos problemas que los que tuvo Franco para designar a Juan Carlos-. Todos necesitan un culpable y ya no parece bastar con la cabeza de Rita -algunos especulan con el temor a que también le llegue el turno judicial-, de Bauza o Teófila, quieren cabezas más altas. No pocos quieren que Rajoy les entregue, cual si fuera Salomé, las cabezas de la odiada Soraya y de la Cospedal, pero Mariano sabe que en el fondo él es desde hace mucho tiempo la pieza a cobrar.

La maniobra contra Mariano, por razones muy diversas, desde las luchas de poder en el seno de los partidos hasta los intereses de quienes de algún modo controlan de verdad el tinglado, existen desde el minuto uno del partido. No pocos se conjuraron para que su liderazgo fuera corto porque no era su candidato. Nombrado digitalmente por Aznar, cuando la mayoría optaba por Rato -ahora sabemos por qué probablemente Aznar lo desechó-, los damnificados le daban poco recorrido mientras en sus oídos sonaba el "mañana serás rey".

Mariano es un político silencioso, poco previsible y unidireccional. Si ponemos sobre la mesa cuanto se ha dicho sobre sus relaciones con los verdaderos centros de poder mundial resulta que se ha acabado alineado con el grupo contrario al que teóricamente se adscriben los pesos de su partido. Tengo para mí que su futuro quedó escrito cuando se empeñó, contra el consejo de muchos, incluyendo la presión de parte del poder económico, a pedir la intervención y el rescate total de España.

Que se quiere mover a Mariano del sillón es un hecho y Mariano ha respondido sibilinamente mandando al ostracismo político a Gallardón y a su máxima y dura rival Esperanza Aguirre, muerta políticamente tras su fracaso en Madrid, o ninguneando al mismísimo Aznar -gafe en Zaragoza si nos atenemos a los resultados-. Incluso Mariano salió victorioso de su enfrentamiento con el diario El Mundo, cabeza visible de la conspiración mediática contra él, logrando la defenestración del otrora poderoso Pedro J., periodista que va a reaparecer en breve con nuevo proyecto, o apagando el peso de otra de sus bestias negras, Federico.

Mariano se ha removido cual jabalí herido con el impulso mediático primero al también difunto proyecto de UPyD y después al de Albert Rivera e incluso, aunque a menor escala, a VOX, que ha contribuido de manera fundamental a poner fin al poder que da la mayoría absoluta. No supo ver el peligro cuando casi de los mismos ámbitos alguien decidió darle una ventana a Pablo Iglesias, aunque sin darse cuenta de que el personaje no iba a ser fácil de controlar.

Ahora estamos en el acto final. Todos están contra Mariano porque consideran que van a perder el poder en las próximas elecciones. En este juego van a flotar las venganzas, y sobre las venganzas los que mandan de verdad ya hacen volar su mirlo blanco mientras los ambiciosos y las brujas susurran aquello de "mañana serás rey". El mirlo está ya diseñado y promocionado. Otro clon. La política se está llenando de clones. Un clon del tal Garzón, aunque este pueda ser el enterrador de la izquierda comunista sistémica y no el controlador de Iglesias, y de Pedro -que se dejó el descamisamiento para recibir las órdenes del empresariado-. Cierto es que el superviviente Gallardón anda ofreciéndose, aunque me temo que ya tiene menos seguidores que Casillas en el Madrid, pero es solo para disimular. El mirlo es el tal Pablo Casado. Ese que despierta las pasiones de las abuelitas con niñas casaderas. No fue pues casualidad el chascarrillo mitinero de Aznar, transmutado en San Juan, ungiéndolo como el hombre, ni los aparentes desvaríos de Aguirre que tienen como objetivo, cual si fuera Serrano Suñer, gritar aquello de: ¡Mariano es culpable!

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