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Cobardía moral: el obispo y la División Azul.

Cobardía moral: el obispo y la División Azul.

Se llama Antonio Ángel Algora, Obispo de Ciudad Real, Príncipe de la Iglesia y que, a partir de hoy, puede sumar a sus muchos méritos pastorales la felicitación, no sé si entusiasta, del Foro de la Memoria Histórica de Castilla-La Mancha -es decir un escuálido grupo de comunistas y progres beneficiarios de la subvención-, que aprecia la muestra de “sensibilidad” dada por este personaje al ordenar, porque los ruegos de un Obispo a una Hermandad son en realidad órdenes, que la Hermandad de la Virgen de las Angustias deje de portar el estandarte con el que desfila desde 1949 en el que figura el escudo de la División Azul.

Don Antonio Ángel Algora, Príncipe de la Iglesia, ha escogido conforme a su sabiduría, prudencia y no sé si a su Fe, entre la memoria de quienes, en gratitud a la Virgen por su protección, como muestra de su credo, decidieron crear esta Hermandad y la petición revanchista de quienes se consideran herederos ideológicos de quienes asesinaron a 1.642 de sus feligreses en la Ciudad Real republicana; de quienes jamás han pedido perdón por los asesinatos cometidos por la izquierda.

Don Antonio Ángel Algora, Príncipe de la Iglesia, ha olvidado o quizás simplemente lo desconozca, que aquellos hombres, que a su vuelta decidieron procesionar con la Virgen de las Angustias, allá por el año 1944 y que tras adquirir la talla ni tenían dinero para confeccionar túnicas, también marcharon a la lucha por razón de su credo; que en aquellas fechas, en Carta Pastoral, se les consideró defensores de la civilización cristiana; que cuatro obispos firmaron indulgencias especiales para aquellos que cayeran en el frente; que centenares de jóvenes de la Acción Católica formaron en la División Azul simplemente por razón de su Fe y que aquellos que cayeron fueron considerados como mártires por la Acción Católica. Pero don Ángel Algora, setenta años después de los hechos, ha preferido atender la “sensibilidad” de quienes siguen considerando tanto a la Iglesia como a los católicos como su principal enemigo ideológico.

Don Antonio Ángel Algora, Príncipe de la Iglesia, no lo ha dudado y ha ejercido todo el peso de su anillo para presionar mediante carta y palabra a los hermanos para que, pese al unánime apoyo a que el estandarte con el escudo de la División Azul bordado por las madres adoratrices continuara desfilando, tal y como lo lleva haciendo desde hace más de medio siglo sin la más mínima muestra de rechazo entre quienes acuden a los desfiles procesionales y entre los que a buen seguro no figuran los abanderados de la memoria histórica, éste dejara de salir por el “sesgo político” del mismo.

Don Antonio Ángel Algora, Príncipe de la Iglesia, quizás haya olvidado o probablemente prefiera relegarlo al arcón de lo inconveniente, que la “memoria histórica” también la conforman el casi centenar de sacerdotes, religiosas y seminaristas asesinados en Ciudad Real, el 40% de los religiosos de la diócesis, por los republicanos que hoy reivindican los Foros de la Memoria Histórica, casi todos vinculados a organizaciones comunistas; también la compone el “martirio de las cosas”, la totalidad de los templos de su diócesis asaltados y parcialmente destruidos –seis totalmente- así como la pérdida de todo el ajuar religioso de las iglesias perdiéndose innumerables obras de arte.

Don Antonio Ángel Algora, Príncipe de la Iglesia, quizás ignore que muchos de aquellos jóvenes que al volver decidieron, como en otros muchos lugares de España, dar testimonio público de su Fe, sacando cada Semana Santa a la Virgen de las Angustias a la calle, marcharon a combatir, formando parte de una unidad del Ejército español, movidos también por el recuerdo de las llamas en los templos y los asesinatos en las calles. Asesinatos cruentos como los del joven claretiano Cándido Catalán que no fue rematado y que murió desangrado entre los cuerpos sin vida de sus compañeros mientras los milicianos oían sus gritos de muerte.

Don Antonio Ángel Algora, Príncipe de la Iglesia, ha preferido ser “sensible” y olvidar a quienes decidieron dar testimonio público de su Fe. Probablemente espere que el paso del tiempo disipe la razón que dio vida a la Hermandad para hacerla así menos molesta para el señor Obispo. No sé si en la próxima Semana Santa, don Antonio Ángel Algora, Príncipe de la Iglesia, contemplará el paso de la Virgen de las Angustias y verá en su rostro la angustia por la injusticia cometida. Le invito a reflexionar sobre ello.

Pero que no se preocupe don Antonio Ángel Algora, Príncipe de la Iglesia. Allá en lo alto, estoy seguro, que los fundadores de la Hermandad, probablemente ya todos fallecidos, habrán encontrado el consuelo de Monseñor Narciso Esténaga, obispo prior de Ciudad Real, asesinado por los republicanos en 1936 porque no estuvo dispuesto a dejar de ser inconveniente.

 

4 comentarios

Jose Antonio -

Si uno es de izquierdas se le respeta y se le apoya, aunque esté contra la religión; pero si crees en Dios y tratas de ser hijo fiel de la Iglesia te dan un bofetón..

Divisionario -

Para echarse a llorar.

vecina -

Una pena.

Luis Moreno -

Excelente articulo Paco y cuanta razón tienes. Son tiempos dificiles entre tanta tibieza y traición.