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Lo que Mariano no está dispuesto a admitir.

Lo que Mariano no está dispuesto a admitir.

Nos dijeron que en cuanto llegaran al poder generarían confianza y los “mercados”, ese ente abstracto que parece gobernarnos, cambiarían de signo con respecto a España; nos dijeron que las reformas eran el sacrificio que exigían los “mercados” para que España fuera económicamente viable; nos dijeron que tras los cien días de venia y reforma esa espada de Damocles que es la prima de riesgo comenzaría a dejar de preocuparnos; nos dijeron que en cuanto los Presupuestos fueran presentados los “mercados” aplaudirían y gratificarían el sacrificio español; nos dijeron que los poderosos, el eje anglo-alemán, confiaría en España… ¡Nos han dicho tantas cosas! Pero lo cierto es que la prima de riesgo anda por los terroríficos cuatrocientos puntos y la bolsa hispana en caída libre.

Ahora nos dicen que el sacrificio, el ajuste y el recorte realizado es insuficiente, que los Presupuestos presentados hace unos días son papel mojado porque tenemos que recortar otros diez mil millones de euros. Ahora nos dicen que lo que no se podía tocar es necesario tocarlo, porque así lo reforzaremos (¡excusa incomprensible!), que no queda más remedio que recortar en educación y sanidad… mañana nos dirán que nos aprestemos a bajarnos los pantalones de forma pública y notoria.

Cada vez que un experto, un docto economista, dictamina sobre el qué tiene que hacer el gobierno los españoles tenemos que echarnos a temblar. Ya lo dicen sin sordina y en breve el gobierno, a buen seguro, lo incorporará a sus recetas: es necesario recortar las pensiones, reducir los salarios de los funcionarios (eliminando una de sus pagas extras), subir el IVA al 23% (de golpe o en plazos), eliminar reducciones en los impuestos…y hacer de los españolitos una masa pobretona y paleta dispuesta a enjugarse la baba cada vez que vea a uno de esos europeos a los que hasta hace bien poco tosía.

Mientras, Mariano y su gobierno, se escudan, ante el fracaso evidente de unos programas de ajuste incapaces de generar confianza y de ser bendecidos por los “mercados”, con el apoyo y el beneplácito de su mariachi mediático, en decir que ellos, a diferencia de otros, nos dicen la verdad: que estamos muy mal. Se entretienen, y probablemente ya sólo sus leales les crean, en explicarnos, un día sí y otro también, que la culpa la tiene ese engendro del mal llamado José Luis Rodríguez Zapatero que nos colocó donde nos colocó. Y así sus bases pueden distraerse intentando quemar el muñeco roto.

Lo que no nos dice Mariano, lo que no quiere decir Mariano, es que si España no genera confianza es porque ha estado mareando la perdiz con las cifras de nuestro déficit; porque aplazó la necesaria y urgente publicación de los Presupuestos para intentar apoltronar al amado Javier Arenas; porque en esos Presupuestos se cuenta con ingresos que no es posible garantizar (el artificio de la amnistía fiscal encubierta para los defraudadores); porque lo que los “mercados” le dicen a España, por activa y por pasiva, es que el problema no es de crédito, no es de deuda, es del Estado de las Autonomías que es incapaz de generar la más mínima credibilidad.

Para que España genere confianza lo que es necesario es que el Estado sea Estado, que las Autonomías sean entes subordinados y no elementos díscolos o destructores; lo que los “mercados” dicen es que es necesario reformar el Estado y no dedicarse a tratar de desviar la atención prometiendo meter a más niños en las clases para ahorrar unos miles de euros. El problema que tenemos es que eso tocaría directamente al sistema clientelar que garantiza el poder en ocasiones al PP y en ocasiones al PSOE. El problema es que la casta política y sindical, un auténtico ejército de algunas decenas de miles de personas, no quiere renunciar a los coches oficiales, a las bicocas, a los asientos en los consejos de administración, a las direcciones de las empresas creadas en el inútil INI autonómico-municipal, al ejército de asesores que les acompañan, a las tarjetas de crédito, a los móviles y a recompensar a los amigos mediante la subvención. Y como Mariano, producto de la casta, no quiere hacerlo España se puede ir al garete, perder su soberanía, quedar intervenida y don Mariano retirarse tranquilamente, con sueldo público incluido, a meditar en la soledad de un pazo.

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