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¿A dónde va el PSOE?

Aunque en la práctica Pérez Rubalcaba o Carme/Carmen Chacón fueran dos caras de la misma moneda, con planteamientos ideológicos similares, es evidente que los militantes socialistas percibieron ambas candidaturas de forma distinta: una era la continuidad reformista y otra el cambio posible. Independientemente de los errores finales del equipo de Chacón, o de su acierto si aceptamos que fue capaz de recortar una diferencia inicial de cien votos, lo que ha decidido la suerte inmediata del socialismo español es la consideración táctica. Y ahí, además de lo que supone el control de parte del aparato del partido, Pérez Rubalcaba contaba con una clara ventaja.

El proyecto Chacón era a ocho años vista y el "plan Pérez Rubalcaba" se mueve en esquemas de dos a cuatro. Carmen Chacón, mucho más realista que su rival, entre otras razones porque a su favor jugaba su edad, estimaba que en España resulta muy difícil desplazar a un gobierno que goza de tan amplio margen como el actual en una legislatura. Los próximos cuatro años serían para ella un perfecto escaparate propagandístico en el que su labor de oposición se vería facilitada por la realidad de una crisis larga frente a la que el gobierno necesita, como mínimo, cuatro años para poder volver a ver “brotes verdes” reales, sufriendo por tanto un enorme desgaste. Los próximos cuatro años hubieran permitido a Chacón configurarse como líder real del socialismo, convertirse en la líder real de la oposición parlamentaria, apoyándose en la recuperación de voto que con certeza hubieran tenido los socialistas a lo largo de los próximos cuatro años, aunque ello no le permitiera derrotar al Partido Popular. Esa era la base de su proyecto junto con la eliminación política de toda la vieja guardia del partido.

El “plan” de Pérez Rubalcaba es mucho más sibilino. Como también se comenta en los círculos del poder, es posible que, si la crisis continua agravándose, si los recortes y ajustes despiertan una ola de oposición social, si la caída en los índices de expectativa de voto se acelera -recordemos que en muy poco tiempo el PP ha perdido casi cuatro puntos-, Mariano Rajoy no pueda mantenerse en la Moncloa más allá de dos años. Llegados a ese punto el partido tendría que decidir si es mejor convocar elecciones, para reafirmar el apoyo a sus políticas, o bien nombrar un nuevo presidente (de ahí que debamos estar atentos a las maniobras tanto de Alberto Ruíz Gallardón como de Esperanza Aguirre). En este esquema se ha movido el equipo de Pérez Rubalcaba que ha hecho una gran labor de zapa en los pasillos del Congreso de Sevilla. Ante este futurible los dudosos han preferido al “gran muñidor”. Entre otras razones porque la labor de acoso que éste podrá desarrollar en el Parlamento será mucho más eficaz que la que pudiera haber realizado una aspirante como Chacón. Para un buen parlamentario, como es Mariano Rajoy, Carmen Chacón hubiera sido un bocado tierno y Pérez Rubalcaba -guste o no guste- es un hueso duro de roer.

Sin embargo, el “plan Rubalcaba” no se cierra ahí. El nuevo Secretario General espera, para poder reafirmar su poder en un PSOE que deseaba un cambio al 50%, que se produzca una milagrosa recuperación del voto socialista en las elecciones andaluzas evitando la mayoría absoluta popular y por tanto mantener, aun cuando sea pactando o con un gobierno en minoría, la hegemonía socialista en la Comunidad. Además, como regalo caído del cielo, tiene en su agenda, como segundo peldaño, las elecciones en Asturias que bien pudieran darle una segunda Comunidad frente a la marea popular. Todo ello le daría la tranquilidad necesaria para poder rearmar el socialismo español y eliminar definitivamente a Carmen Chacón o disuadir a los que no han tenido el valor de acudir como candidatos a Sevilla. Unos malos resultados, sin embargo, abrirían nuevamente la inestabilidad en el partido y darían una nueva oportunidad a Carmen Chacón que ahora contaría con el apoyo de todos los despechados.

Tengo para mí que la gran ambición de Pérez Rubalcaba, en contra de lo que pudiera parecer, era la de alcanzar la Secretaría General del PSOE, asumiendo que su papel sería el de dirigir a un socialismo combativo en la oposición a la búsqueda de nuevas señas de identidad. De ahí que haya abierto su mandato especulando con la posibilidad real de que él no fuera el candidato final del partido. Lo sería, evidentemente, si hubiera elecciones adelantadas. También es probable que finalmente se inclinara por serlo dentro de cuatro años para continuar recuperando votos, pero no lo sería dentro de ocho años por razones básicamente de edad. Pero en el “plan” ya está prefigurado el ambicioso delfín: Patxi López.

Lo que aún no tiene Pérez Rubalcaba perfilado en su “plan” es ese proyecto nuevo de socialismo que anuncia. Básicamente porque ideológicamente la socialdemocracia está en regresión en toda Europa al carecer de un proyecto político adecuado al marco actual, por lo que se ha refugiado en la defensa de un Estado del Bienestar que no le pertenece.

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